Pacific Rim: Insurrección – Impresiones

En el 2013 el director Guillermo del Toro se dió a la tarea de convertir nuevamente el género de monstruos gigantes (Kaiju) en parte de la cultura pop actual. Gracias al éxito de Pacific Rim, en especial con el público internacional, otros representantes del género como Godzilla (2014) y Kong: Skull Island (2017) auguran la posibilidad de un gran encuentro en la pantalla grande de todos estos monstruos. La secuela, Pacific Rim: Insurrección, llega a manos del director Steven S. DeKnight y pretende expandir todo lo que los fans adoraron de su primera entrega. ¿Logrará su titánica misión?

¿De Qué Trata?

Años después de la batalla que cerró el portal a través del cual los Kaijus invadían nuestra dimensión, Jake Pentecost (John Boyega) vive una vida como traficante ilegal de partes de Jaeger. A pesar de ser hijo del legendario general Stacker Pentecost, quien sacrificó su vida para salvar a la humanidad, Jake ha abandonado su carrera como piloto. Sus desventuras lo llevan a conocer a Amara Namani (Cailee Spaeny), una joven e ingeniosa mecánica de Jeagers que ha aprendió a valerse por sí misma en un mundo ahora marcadamente dividido por clases sociales.

Pacific Rim: Insurrección - Pilotos
Aunque eso no hace que la relación entre ambos sea siquiera remotamente interesante.

Una nueva oportunidad de volverse pilotos permite a ambos dejar su vieja vida atrás, pero pronto la humanidad descubre un nuevo enemigo que amenaza con traer de vuelta a los Kaiju. Jake, Amara y los nuevos reclutas serán esta vez los encargados de librar la batalla para salvar a la humanidad.

Lo Bueno

El universo de Pacific Rim está de vuelta. Jaegers, Kaijus y la lucha por la supervivencia humana son nuevamente los ingredientes para batallas impresionantes. Además, nuevos conceptos son explorados en ambas facciones que hacen que el universo se sienta más oscuro, peligroso y expandido en formas que podrían ser interesantes a futuro.

La película hace referencia a otras obras del género Kaiju y Mecas que los espectadores más observadores podrán apreciar. La acción es tan espectacular como siempre, y la dirección ha ayudado a que esta no se sienta insulsa ni confusa como en otras películas con mucho CGI (como Transformers por ejemplo). Si eres fan de la primera entrega, es probable que al menos conceptualmente disfrutes esta también.

Lo Malo

Guillermo del Toro es un director que entiende exactamente qué hace del simple concepto de “Robots vs Monstruos” algo genial y divertido. Gracias a eso, Pacific Rim (la original) creó una entusiasta base de fans que aprecian la puesta en escena moderna de uno de los géneros más recurrentes del anime. La secuela, sin embargo, parece no comprender la fórmula, y se conforma con rellenar tiempo en pantalla con elementos de la trama que muchas veces no son interesantes, además de optar por simplemente tirar más Jaegers a la pantalla pretendiendo que eso haga los enfrentamientos más emocionantes.

Pacific Rim: Insurrección - Jaegers
Lo cual suena cierto en papel, pero en escena…

Los desatinos son múltiples y dolorosamente evidentes en cada punto de la trama. Los pilotos no son interesantes. Los Jaegers se sienten de alguna manera menos letales que años atrás. La amenaza siempre presente de los Kaiju es ahora reemplazada por un misterio con una resolución bastante insatisfactoria. Las escenas de acción están separadas entre sí por demasiado tiempo, que a la vez no se aprovecha bien para crear tensión ni revelar información valiosa. El giro de la historia, aunque interesante en teoría, destruye una de las dinámicas entre personajes más divertidas de la primera película. En fin, todo es más grande, más moderno y con nuevas ideas que deberían hacer una gran secuela, pero de alguna forma no sólo no lo logran sino que hacen que quieras volver al mundo de la original.

Veredicto

Pacific Rim: Insurrección es probablemente unos de los mejores ejemplos de que en el género de acción muchas veces menos significa más. Los elementos que expanden el universo en el que se desarrolla la película son geniales en papel, pero algo en la puesta en escena no se traduce tan bien como debería, y terminan siendo un detrimento a la singular visión que Guillermo del Toro tuvo para la original.